lunes, 23 de noviembre de 2009

Relato corregido

Esta mañana me levanté temprano como todos los días. Me duché, me arreglé, me tomé el café, me peiné..., y, entre una cosa y otra, cuando miré el reloj, ya llegaba tarde. Salí pitando de mi casa, todo parecía apuntar que hoy sería un día como otro cualquiera. LLegué diez minutos tarde al trabajo. En mi oficina había cientos de papeles amontonados, mi jefa gritaba continuamente... En fin, un día como otro cualquiera. Todo cambió cuando decidí bajar por las escaleras en lugar de hacerlo por el ascensor como un habitualmente. Iba demasiado deprisa y, al no estar acostumbrada a bajar por las escaleras, tropecé con el segundo escalón y al caer quedé inconsciente, al menos eso dicen, porque yo no me enteré. Sólo sé que al abrir los ojos estaba en una habitación un tanto extraña, las paredes estaban pintadas de color azul y yo estaba tumbada en una cama que no era la mía. Todo era bastante raro, seguí mirando hacia un lado y hacia otro. Hasta que, de repente, vi a un joven alto, guapo, atractivo... Me encantaba lo que veía. Él, al ver que yo abría los ojos, se acercó a mí y, sin decir palabra, me besó. En ese momento me quedé perpleja y sin saber cómo, cuando ni por qué, estaba locamente enamorada. No dije nada, simplemente disfruté del momento; por una vez en la vida mi día dejó de ser como otro cualquiera.

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